Si el año 2024 tuvo alguna constante, en mi caso, diría que posiblemente esta fue la historia ambiental, que además es el hilo conductor de este gran tejido que es la ecología. Otra de las constantes fue la necesidad, casi autoimpuesta, de tener que escuchar death metal. Y es que de verdad creo, que este género musical es uno de los más puros en esencia, además de ser otro vínculo de contacto directo con la naturaleza. El death metal es orgánico!!!
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Malignant Altar - Realms of exquisite morbidity (2022) (Dark Descent Records) |
Esta autoimposición con este tipo de música, que además de ser una especie de sound-track cotidiano, sirvió como un sustento y soporte, para confirmar mi desaliento, por no decir pesimismo e indignación que siento cuando veo o leo diariamente que el ser humano, en este país y en todo el resto del planeta, se está dedicando con entusiasmo a degradar, contaminar y destruir nuestra naturaleza… ¡como si no existiera un mañana! Pareciera que el ser humano, tampoco se ha percatado de que la naturaleza es finita y que en gran medida dependemos de ella, por lo que mínimamente valdría la pena cuidarla, o por lo menos tratarla de una manera más sostenible.
Pero bueno, en esa búsqueda casi diaria por encontrar bandas y discos de death metal, que además deben cumplir con una serie de atributos (aire malsano, pestilente y además siniestro), es que me encontré con esta banda procedente de Houston, Texas, Malignant Altar. En este disco, me refiero al Realms of exquisite morbidity (2022), nos introducimos en las pesadillas cósmicas de Howard Phillip Lovecraft. Basta con ver la portada de este disco para darse cuenta de que este es un tributo a los Antiguos, a los Primigenios … The Great Old Ones!!! En la portada, que es obra del artista y músico estadounidense Luka Korte, podemos ver a los profundos en plena adoración, también está presente el mítico obelisco por el cual, en algún momento en el tiempo, trepó el primigenio Dagón, y finalmente sentado en su trono eterno el Gran Cthulhu, que reina y yace dormido en las profundidades de R’lyeh … iak, ¡Cthulhu!!! … iak Shub Niggurath!!! … y como reza el epitafio: “Que no está muerto lo que yace eternamente, ya que con el paso de extrañas eras, hasta la muerte puede morir”.
Otra de mis constantes, por no decir hábitos, es el de regalarme cada fin de año un libro de Lovecraft, a manera de mantenerme actualizado sobre los textos y las ediciones que se van publicando de este autor. A principios de este año, cuando parecía que por primera vez después de tantos años iba a fallar a esta tradición, fue que precisamente y de pura casualidad, me pillé con una edición nacional (Dum Dum Editora), con una traducción de la escritora cruceña Liliana Colanzi, de un cuento clásico de Lovecraft: “El color que cayó del cielo” (The Colour Out of Space), publicado originalmente en 1927. Para ponernos en contexto, H.P. Lovecraft nació en Providence, Rhode Island (1890-1937). Su obra puede dividirse en tres periodos, el periodo onírico o el de los sueños de Randolph Carter; los Mitos de Nueva Inglaterra; y finalmente los Mitos de Cthulhu. Este cuento al cual nos referimos, pertenece al periodo de Nueva Inglaterra.
Por otro lado, también es preciso aclarar que Lovecraft nunca alejó su mirada de la ciencia y la tecnología, hasta el punto que es sabido y además documentado, que tenía mucho interés por la ciencia, principalmente por astronomía, por lo que siempre estuvo atento a las noticias sobre los inventos, descubrimientos y avances científicos de su época.
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"El Color que cayo del cielo" Salvador Sanz (2021) |
También es cierto, que en algún momento Lovecraft empezó a desconfiar de estos avances científicos y tecnológicos. Siempre veía en ellos un lado fascinante, pero al otro lado, también veía las consecuencias que casi siempre eran catastróficas. Por ejemplo, se me viene a la memoria esa extraña máquina que inventó el alucinado Crawford Tillinghast, para poder hacer visible el espectro de la luz ultra violeta, la que hacía posible la manifestación de seres de otro espectro visible, en nuestra dimensión material. Lovecraft era consciente de que la ciencia estaba ganando terreno a pasos acelerados, pero también pensaba que en algún momento esta ciencia se volvería en contra de los seres humanos.
Entrando al tema en cuestión, lo que llama la atención del "Color que cayó del cielo", es el desenlace mismo del cuento, en el que muchos críticos ven en él una especie de premonición a los tiempos que estamos viviendo. Muchos ven en ese “color” o sustancia, a un “algo vivo y de naturaleza gaseosa” capaz de envenenar el entorno natural, de aniquilar toda forma de vida, ya sea animal o vegetal, hasta empezar a enfermar y atormentar a los seres humanos expuestos a él; primero destrozándoles los nervios, despojándolos de toda voluntad, hasta entregarlos a la locura; para finalmente en un último acto, succionar la poca energía que queda en ese despojo, de lo que alguna vez fue un ser humano… Con ello, desaparecerá todo recuerdo de su propia existencia, hasta finalmente, extinguirlo en el plano material.
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"El Color que cayo del cielo" Salvador Sanz (2021) |
Enrique Alcatena (2019)
¿Será que Lovecraft quiso mostrarnos que todas estas fuerzas o entidades orgánicas, representan lo que nosotros entendemos cómo naturaleza? ¿Será esta misma naturaleza casi degradada, que nosotros mismos hemos producido, la que ahora se ha rebelado de una manera brutal, casi recíproca y antagónica, contra el imperio utilitarista del Homo sapiens?
Salvador Sanz (2021)
Lovecraft, H. P. (2018). El Color que cayó del cielo (1927). (L. Colanzi, Trad.) Santa Cruz: Dun Dun.
Lovecraft, H. P. (2021). El Color que cayó del cielo (1927). (E. Gandolfo, Trad.) Barcelona: Libros del Zorro Rojo.