lunes, 13 de enero de 2025

Diferentes relaciones entre el hombre y la naturaleza

Es para mí un desafío enorme empezar con este blog. De ahora en adelante, trataré de compartir artículos o reseñas relacionadas a mis grandes pasiones, la historia, la música y las ciencias naturales.

Para estrenar el blog, subí este texto introductorio que irá siendo complementado y desarrollado con las siguientes reseñas. Las mismas, abordarán diferentes discos, como referencias geográficas e históricas, pero también servirán para desarrollar algunas ideas que estuve trabajando con respecto a la historia ambiental de nuestro planeta y a las relaciones que hemos tenido los seres humanos con la naturaleza. 

Como punto de inicio, partiremos con un libro que estuve leyendo estas últimas semanas, titulado La nueva historia verde del mundo del historiador inglés Clive Ponting. Este libro no hizo más que reafirmar mi pesimismo e indignación respecto a la manera en cómo el ser humano ha colonizado y transformado este planeta en los últimos dos mil años, periodo de tiempo nada despreciable, pero minúsculo si tomamos en cuenta el tiempo de existencia de nuestro planeta. El libro cuenta la historia de la humanidad, desde un enfoque diferente, desde la perspectiva de los recursos naturales y de los entornos naturales, y de cómo estos han sido fundamentales para el desarrollo de la civilización humana. Sin embargo, como una constante de este “progreso”, el abuso de los recursos naturales no solo condujo a la extinción de muchas especies y a la pérdida de ecosistemas, sino también al colapso de muchas de las civilizaciones del pasado.

Esta lectura realmente me hizo reflexionar sobre las diferentes percepciones que tenemos sobre la naturaleza, y esto a su vez me llevo a replantearme ¿cuál ha sido la relación que ha tenido el ser humano con la naturaleza a lo largo de la historia de este planeta?  

Responder esta pregunta es bastante arduo y en cierta manera bastante complicado. A continuación, trato de presentar un resumen que sintetiza varias corrientes del pensamiento relacionados con este tema; cuando en futuras entradas empecemos con las recomendaciones de los discos, usaré los mismos para profundizar algunas ideas y en muchos casos, realizar un desarrollo histórico, no solo cultural o social, sino también político y sobre todo ambiental, que en realidad es el eje principal a partir del cual se ha desarrollado todo este ensayo.

The Monongahela River Valley, Pennsylvania, 1931 
John Kane (1860-1934)

Para el historiador inglés David Arnold, existen dos grandes paradigmas para entender cómo el ser humano se ha relacionado con la naturaleza. El primer paradigma, sostiene que la naturaleza, o el entorno natural, es la que ha determinado el desarrollo del ser humano. Esta era la idea que tenía Montesquieu; para este filósofo de la ilustración francesa, el clima había sido determinante para el desarrollo de las primeras sociedades humanas. Las lluvias, las sequias o las inundaciones habían sido determinantes para la sobrevivencia o para la desaparición de pueblos enteros. Es a partir de esta forma de pensar que surge el “determinismo geográfico”, que prácticamente dice que el entorno geográfico es el que determina el accionar de determinados grupos sociales. Pero este paradigma también se sostiene en la idea de que la naturaleza es algo hostil, es desorden, es el caos. Así, la naturaleza era vista como algo hostil que atentaba contra el ser humano y, por tanto, un ente al que había que dominar. Lastimosamente, este dominio de la naturaleza vino acompañado por la tecnología, como una forma de controlarla y dominarla, pero sobre todo como una forma de ordenarla. 

Este paradigma, partiendo del supuesto de que la naturaleza era algo hostil que había que dominar, se fortaleció con el materialismo filosófico y científico. Con la idea del primero pienso, después existo, se instauró un pensamiento antropocentrista, que tenía al ser humano por encima de la naturaleza y, por tanto, el ser humano a partir de la razón, podía dominar a las demás especies tanto de plantes como de animales y usarlas para su propio beneficio. Poco después, un señor que se llamaba Adam, decía que al reino de lo humano no se le debía imponer ninguna obligación sobre el mundo natural. Para él, la naturaleza era netamente instrumental, es decir algo que tiene algún valor, solo en la medida en que esta era “mejorada” por el trabajo humano. Este materialismo económico, transformado después en ciencia, es decir la economía moderna, ha sido la responsable, o por lo menos se le atribuye en gran medida, el “progreso” del ser humano que, hasta el día de hoy y gracias a la dominación de la naturaleza, ha sido capaz de satisfacer sus necesidades, sobre todo materiales y económicas… ¡El gran imperio del Homo sapiens!!!

El segundo paradigma, sostiene que el hombre es parte de la naturaleza. Uno de los principales exponentes actuales de esta corriente, es el historiador ambiental norteamericano Donald Worster. Básicamente plantea que el Homo sapiens, es una especie más dentro de la naturaleza. La pregunta es, cuál ha sido la manera en la que el ser humano ha empezado su relación con la naturaleza; y la respuesta es, a través de la tecnología. Entonces, gracias a esta tecnología, que puede entenderse desde un palo al cual se le ha atado una piedra, hasta la construcción de una represa, el hombre empezó a relacionarse con la naturaleza, transformándola. Entonces, desde una perspectiva más ecológica, estos ecosistemas en un principio prístinos, con la intervención de la tecnología humana, se transformaron en sistemas eco-tecnológicos. Al respecto, otro historiador, James Williams, sostiene que “no podemos pensar en medio ambiente sin pensar en tecnología, ni tampoco podemos pensar tecnología sin pensar en el medio ambiente”.  

Y este paradigma en sí, es una especie de crítica, pero también una forma de interpretar y entender cómo el hombre ha ido transformando el entorno natural, siempre buscando satisfacer sus propias necesidades materiales y económicas. Y de igual manera, la tecnología ha sido vista como la herramienta a través de la cual se ha dado un orden a la naturaleza. Ahora, otro historiador ambiental, Alfred Crosby, sostiene que el ser humano es un agente biológico, es decir un organismo capaz de cambiar las condiciones del ecosistema en el cual habita, transformándolo, domesticando especies, introduciendo otras o llevando a la extensión a muchas más. Actualmente, el pensamiento ha cambiado mucho y cada vez se habla más del ser humano como un agente geológico. ¿Qué quiere decir esto? Que el ser humano es capaz no solo de transformar los ecosistemas en los que habita, sino que también ha sido capaz de influir en las condiciones geológicas del planeta, especialmente en el clima.     

Si nos preguntamos ¿Cómo esto ha sido posible? La respuesta la encontraremos en las altas emisiones de CO2 liberadas por diferentes actividades de origen antropogénico a la atmósfera; como resultado tenemos el calentamiento global del planeta, que a la larga repercutirá en el derretimiento de las grandes masas polares y de los glaciares continentales. En resumen, después de este calentamiento las corrientes oceánicas se irán enfriando producto del mayor aporte de aguas frías y en último término, daremos inicio a la sexta glaciación. Y ojo que este fenómeno ya está en proceso y los efectos de este cambio climático ya se están sintiendo en todo el planeta. 

Muchos dicen que estos cambios en el planeta han existido siempre. Esta afirmación es correcta, pero lo que debemos tomar en cuenta es que en esta ocasión las actividades humanas han acelerado mucho más este proceso, especialmente por la emisión de CO2 y también por la producción de otros gases llamados de “efecto invernadero”. El ser humano como especie ha sido capaz de ocasionar y acelerar el cambio en las condiciones geológicas del planeta, lo que ha llevado a los ganadores del premio Nobel Crutzen & Stoermer (2000) a denominar a este último periodo geológico en el cual estamos viviendo, como el Antropoceno… la edad geológica del ser humano.

¿Y es posible identificar el inicio de este periodo? La respuesta es afirmativa, sí. Estos dos autores localizan el inicio de este periodo en la década de 1780, fecha en la cual empiezan a incrementarse las emisiones de CO2 hacia la atmósfera, periodo que coincide con el inicio de la contaminación ambiental del aire y de cuerpos de agua, un periodo que además coincide con el invento de la máquina de vapor de James Watt en 1784, lo que finalmente da lugar a la Revolución industrial. Y, ¿cómo ha sido posible que lleguemos a esta situación? Básicamente por dos cosas: por la elevada población mundial, cada vez somos más y es mayor la premura por satisfacer nuestras necesidades materiales y económicas (en realidad, satisfacer un estilo de confort y un estándar de vida); y, en segundo lugar, por las tecnologías que usamos, que lejos de ser amigables o ecológicas, son cada vez más hostiles y depredadoras de la naturaleza. 

Espero en cierta manera, con este y con los siguientes ensayos que iré subiendo, aportar a la comprensión de esta historia ambiental que estamos construyendo, y que seamos capaces de comprender que nosotros, los seres humanos somos parte de la naturaleza y que nuestros hábitos de consumo son una agresión constante a la naturaleza en la cual vivimos. El primer paso está en entender y ser conscientes de todo lo que estamos viviendo… el segundo paso tendría que ser un cambio en nuestras hábitos y formas de vida. Como decía algún pensador, el género humano ha sido capaz de las cosas más grandes, bellas y sublimes, pero también ha sido capaz de todo lo peor. 


Referencias:

Arnold, D. (2000). La naturaleza como problema historico. El medio, la cultura y la expanción de Europa. México: Fondo de Cultura Económica.

Crutzen, P., & Stoermer, E. (2000). The Anthropocene. IGBP Newsletter, 17-18.

Crosby, A. (1999). Imperialismo ecológico. La expansión biológica de Europa (900-1900). Barcelona: Editorial Crítica.

Ponting, C. (2007). A new green history of the World. New York: Penguin Books.

Williams, J. C. (2010). Understanding the Place of Humans in Nature. In M. Reuss, & S. H. Cutcliffe, The Illusory Boundary. Virginia: University of Virginia Press.

Worster, D. (1994). Nature´s economy. A history of ecological ideas. New York: Cambridge University Press.




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